ValiantES 125 | Shadowman (2018) #8-11
ValiantES 125 | Shadowman (2018) #8-11
ESCRIBE: Andy Diggle DIBUJAN: Renato Guedes, Eric Battle
“RAG
AND BONE” es la gran conclusión de este tomo de SHADOWMAN, y no solo diríamos
que de este volumen sino de toda una etapa comenzada con el relanzamiento del
personaje en 2013. Son muchas las cosas que se resuelven en este arco, centrado
totalmente en el enfrentamiento final entre Jack y la Hermandad.
En esta trama, Charles Copeland, el líder de los Instigadores, después de la resurrección de Shadowman, enviará a Jack y a Alyssa en busca del único ser capaz de impedir el regreso de Master Darque fraguado por la Hermandad: Sandria. Ya vislumbrada un poco en el tomo anterior, tenemos el regreso de esta versión villanesca de la gemela de Darque, introducida hace unos ayeres por Matt Kindt en las páginas de NINJAK.
El arte es obra de Renato Guedes casi por entero. La excepción son unas cuatro páginas de cada número, en momentos puntuales en que Eric Battle entra al relevo, y que desmerecen un tanto, pero en general no afectan la experiencia.
Entre anillos mágicos, intentos de asesinato, persecuciones en patrulla, sellos salomónicos, castillos encantados, espejos mágicos, máquinas arcanas y viajes al infierno, se trata de una de las aventuras más completas de Shadowman, sin dar momento al aburrimiento.
Contemplamos el final de los Instigadores y el final de la Hermandad, así como la derrota de los Darques, las dos grandes fuerzas que amenazaban el universo de Shadowman, dando algo que definitivamente se siente como un cierre para toda esta aventura.
Además de esto, los dos tomos pasados fructifican, al terminar de redondear a Jack y su relación con el Loa, ahora dejándolo no solo en completo control sino también en pleno uso de sus poderes y habilidades, terminando así la larga y tortuosa historia (argumental y editorial) del personaje en toda esta etapa, y dejándonoslo preparado para lo que sea que siga, que al parecer será una guerra total entre Loas y humanos canalizadores.
Otro aspecto que maneja de forma agradable es al personaje del Barón Samedi, quien continúa (fiel a la naturaleza antropológica de esta entidad) siendo una figura ambigua y controversial, recordándonos a su primera aparición en el segundo tomo del volumen pasado.
El elemento más extraño de este tomo sería la presencia anecdótica de Nil, una agente sin mayor explicación que aparece y desaparece (de forma un tanto desagradable) de las páginas dejándonos con un signo de interrogación.
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